Alexander y un día terrible, horrible, malo… ¡Muy malo!

La casa productora Disney es la responsable de llevar a la pantalla grande el clásico de la literatura infantil “Alexader and the terrible, horrible, no good, very bad day” Escrito por Judith Viorst en 1972.

 “Alexander y un día terrible, horrible, malo… ¡Muy malo!”  ¡Dios Santo, qué titulo tan largo y pesimista! Fue la primera idea que se me vino a la mente al ver el nombre del filme que había decidido ir a ver al salir del trabajo, después de unos días demasiados ajetreados, pero muy productivos.

Ya instalado en mi butaca, acompañado por una persona más en toda la sala, comenzó la historia de Alexander (Ed Oxenbould), un niño que se queja de la “mala suerte” que tiene en la escuela, con sus amistades y hasta con la niña que tanto le gusta, mientras que su padre Ben (Steve Carrel), su madre Kelly (Jennifer Garner), su hermana Emily (Kerris Dorsey) y su hermano Antohny (Dylan Minnette), gozan de una muy “buena suerte” en todas las actividades que realizan.

Debo confesar que recordé esos momentos de mi infancia y adolescencia en los que surgían las constantes y clásicas preguntas: ¿Por qué a mí?, ¿Por qué no a los demás? ¡Bueno, bueno, está bien! Lo acepto, también se repite una  que otra vez en mi etapa adulta. Esos períodos en los que se desea tener una barita mágica y cambiar por completo las vivencias contaminadas con pensamientos negativos.

Más allá de las escenas divertidas que me invitaron a soltar sin ningún pudor mis carcajadas, salí de la sala de cine con la idea de que en la película “Alexander y un día terrible, horrible, malo… ¡Muy malo!”,  hay una historia universal y entrañable del verdadero sentido de la familia y de las persona que nos rodean, que están con nosotros en los buenos momentos y en los no tanto, que a final de cuentas son los más importantes, fieles testigos de nuestro crecimiento personal. No cabe duda que tiene mucha razón esa frase que dice “Al mal tiempo buena cara”, hay circunstancias de la vida que no se pueden cambiar, sin embargo sí hay oportunidades para responder ante ellas con una buena actitud. 

“Los malos días, no son tan malos cuando estás con los que te aman”. 

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Pa´saber...

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